miércoles, 13 de abril de 2016

LA FAMILIA: SUJETO Y OBJETO DE EVANGELIZACIÓN

       En el capítulo sexto de la exhortación postsinodal Amoris Laetita (La alegría del amor) el Papa Francisco afronta “algunas perspectivas pastorales” que ayuden a la familia en su propia construcción. En dicho texto se confirma, en línea con sus antecesores, así como lo recogido en Puebla en el año 1979, en sintonía con lo que nos urge la nueva evangelización y afrontando concretamente la conversión pastoral, que la familia no es solo sujeto sino también objeto de evangelización. La familia es evangelizadora, pero al mismo tiempo es evangelizada.

            La familia es evangelizadora siguiendo el mandato deJesús el Resucitado a sus apóstoles: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo” (Jn 20, 21). La misión de la Iglesia es continuación de la de Cristo. La familia cristiana es “Iglesia doméstica donde Jesús crece, crece en el amor conyugal, crece en la vida de los hijos” (Papa Francisco). Por tanto su misión es anunciar el Amor de Dios con palabras y –especialmente- con gestos, siendo Testigos del Amor.

           Pero la familia cristiana necesita, incesantemente, ser objeto de evangelización, ser evangelizada. La familia cristiana que recibe la Buena Noticia se convierte en comunidad evangelizadora, comprometida, fiel transmisora de la alegría que nos aporta el Evangelio.

         En catequesis decimos que son los padres los principales catequistas de sus hijos, primeros responsables de la educación de la fe de sus hijos, pero al mismo tiempo habrán de ser buena tierra donde al caer la semilla pueda germinar y dar el fruto que de ella se espera (cf. Mc 4, 2-20). Ciertamente la misión evangelizadora que los padres cristianos consuman en el seno de la familia es irreemplazable y asume los rasgos propios de la vida familiar: el amor, la fraternidad, la filiación, la austeridad, el servicio, la oración, el testimonio, la entrega, etc.

       No cabe duda que la familia habrá de ocupar un lugar primordial en la misión evangelizadora de la Iglesia. Especialmente habrá que esforzarse por acompañar a los padres, pero ¿por qué esperar tanto, y no comenzar ya desde la preparación prematrimonial? La Iglesia precisa familias Testigos del Señor que encandilen con su fe y con su vida a otras familias en el seguimiento de Jesús el Señor.

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