El próximo 26 de septiembre seremos enviados a la misión por el Obispo diocesano los distintos agentes de pastoral de la diócesis: catequistas, profesores de religión, sacerdotes, diáconos, miembros de las distintas vertientes con las que la parroquia cuenta.
La misión no es nuestra. No somos espontáneos que salimos con muy buena voluntad a la misión. La misión de toda la Iglesia que es por esencia evangelizadora (cf. EN 14). Dios Padre envió a su Hijo al mundo como primer evangelizador, Jesús es el Enviado. Él ha cumplido su misión. Ahora Jesús el Señor cuenta con nosotros para que seamos sus testigos en medio del mundo.
Todos nosotros en la parroquia “funcionamos” en corresponsabilidad o en comunión. El párroco nos preside y los demás, desde nuestra vocación, respondemos a la llamada que Dios nos hace. La respuesta está en cumplir esta misión que se nos ha confiado. Ninguno la hemos conseguido a base de puños, ni de estudios, no hemos tenido que hacer méritos, etc. Ni tan siquiera somos merecedores de la misión, simplemente hemos seguido el mandato del Señor: “Id por el mundo y anunciado el Evangelio a toda criatura” (Mc 16, 15).
La celebración del envío nos avala como “apóstoles”. Por eso se tiene esta celebración en presencia del Pastor y de la comunidad, pues en ella hemos nacido y estamos creciendo, en ella somos presentados porque en medio de esa porción somos escogidos, no por nuestros méritos sino por los de Cristo y su misericordia.
Somos enviados, Dios cuenta con nosotros y nuestra fidelidad tanto a Él como a su pueblo.
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