miércoles, 13 de mayo de 2015

LA ASCENSIÓN

La Pascua va llegando a su fin. Este domingo celebramos la solemnidad de la Ascensión del Señor a los cielos. Esta fiesta nos ayuda a comprender que la segunda persona de la Santísima Trinidad, Jesús, verdadero hombre y verdadero Dios, vuelve a la situación desde la que fue enviado desde siempre: con el Padre y el Espíritu. Realmente su misión en la tierra no le ha separado en ningún momento de esta común unión. Es más en muchas ocasiones, de muy diversas maneras, Jesús el Señor, nos ha hablado de su relación con ellos y así se nos muestran como icono para la Iglesia, la gran familia que formamos todos los bautizados.
Durante la Pascua estamos celebrando, especialmente, los sacramentos de la Iniciación cristiana que nacen del costado abierto del corazón de Jesús en la cruz: agua y sangre, hacen referencia al bautismo y a la Eucaristía.
Precisamente el día de la Ascensión muchos niños y niñas de nuestra geografía recibirán por primera vez a Jesús el Señor. Dando ese primer paso se ponen en camino hacia la madurez cristiana y así se van incorporando a la mesa del Señor que celebra la Eucaristía especialmente, como comunidad, el Domingo.

Y el último domingo de la Pascua celebraremos Pentecostés. Jesús asciende pero no se desentiende, nos deja su Espíritu y de esta manera Él siempre estará vivo entre nosotros, por el Espíritu –si nos dejamos- nos renovará. El Espíritu muy presente durante todos estos días de la Pascua en el que tantos niños son bautizados y tantos jóvenes son confirmados, los padres y padrinos de unos y los jóvenes y padrinos de los otros están llamados a ser, por el Espíritu que han recibido, Testigos del Señor.

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