domingo, 1 de febrero de 2015

PRIMER ANUNCIO Y DESPERTAR RELIGIOSO

Hoy pedimos a las familias que cumplan con el deber de la transmisión de la fe a sus hijos, compromiso que asumieron al llevarlos a bautizar. Pero detectamos que por que estas carecen de fe, porque no la valoran lo suficiente o porque no la practican lo necesario, no llegan a cumplir con dicha responsabilidad. Además, el ritmo de vida en que están insertos, imposibilita disponer del tiempo necesario para el diálogo sereno en familia que es el que hace que la fe se pueda ir compartiendo entre los padres y los hijos.

Por esta razón debemos buscar nuevos cauces que estimulen, animen y posibiliten la vivencia de la fe en la familia y el despertar a la misma de los niños en el seno de ella. Esto puede llegar a ser, cuando estructuremos un camino sencillo, pero posible y real, en el que acompañemos a los padres (catequesis familiar) en la tarea que asumen el día que le regalan el Bautismo a sus hijos. Abrir nuevos caminos es creer que el Espíritu Santo camina a nuestro lado y nos ilumina para que todo pueda servir para el bien de su Iglesia a la que el Señor le ha encomendado la misión de llevar el Evangelio a toda criatura.

Dentro del primer itinerario que ofrece nuestra diócesis parece muy importante, dado el momento actual, no obviar o pasar por el alto tanto el Primer Anuncio como el Despertar religioso. Ambos tienen que ver con el inicio de un camino de fe en el que la familia y la parroquia son lugares prioritarios, aunque no los únicos, donde se habrá de hacer un cristiano.

Ciertamente el Primer Anuncio y el Despertar religioso son realidades diferentes pues una hace más hincapié en los adultos, en este caso los padres y padrinos de los niños, y la otra en los niños antes de la edad de la razón. Sin embargo, conviene que sean tratados de forma conjunta y global. 

El Primer Anuncio es fundamental y es un paso que deberíamos cuidar con mimo: estamos hablando del acompañamiento primeramente con la familia, con los padres de los niños que serán bautizados en la parroquia. Ella es el ámbito ordinario del nacimiento y crecimiento de la fe, de la oración y de la celebración de los sacramentos, del envío de los cristianos a estar presentes apostólicamente en el mundo. La parroquia es lugar privilegiado, donde se formaliza la comunidad cristiana, ya que es como la verdadera madre para todos. Así, pues, podríamos decir que la pila bautismal es el útero de la Iglesia pues engendra hijos e hijas de Dios.

Por esta razón, sería conveniente que la acogida de los padres en la parroquia marque un antes y un después en la relación con ellos. Sería muy recomendable que en una primera toma de contacto se les expresara la felicitación y la enhorabuena por el nacimiento de su hijo.

A los padres que se acerquen a solicitar el Bautismo para sus hijos se les acogerá especialmente. El párroco o los agentes de esta etapa pastoral ayudarán a tomar conciencia de la importancia que tiene este sacramento para la vida de un cristiano. Se ha de suscitar un diálogo en el que se compartan las distintas motivaciones a la hora de pedir el Bautismo. Cuando se solicita este sacramento la parroquia les puede entregar información, a modo de tríptico, en el que se explique el compromiso que adquieren los padres y padrinos al tomar esta decisión.

En ese primer encuentro se les informará sobre lo importante que es el Bautismo que solicitan para su hijo y cuál es el compromiso que asumen al bautizarlo. Se les orientará para que elijan padrino y madrina que cumpla con la misión de acompañar en la fe de su ahijado. Si los padres manifestaran no tener fe o estar en una situación irregular, pero desean regalar a su hijo el sacramento del Bautismo, se puede elegir a una persona que tenga que hacer las veces de los padres en la transmisión de la fe al que se va a bautizar, y que podría ser alguno de sus abuelos, un familiar, el padrino o algún miembro de la comunidad cristiana que se vea oportuno entre la familia y el responsable de la parroquia. Igualmente se les puede entregar una ficha que deben rellenar en la que consten los datos necesarios para la inscripción del bautizando en los libros parroquiales. Además deben constar otros datos como el teléfono de contacto, el correo electrónico y otros aspectos que la parroquia considere necesarios para seguir manteniendo contacto posterior con la familia. 

Para aquellos padres que estén casados por la Iglesia se les puede hacer notar que el compromiso de estar abiertos a la vida y educarla cristianamente son obligaciones que ya adquirieron en el sacramento del Matrimonio.

Después de una primera entrevista con los padres conviene tener un encuentro, a modo de charla prebautismal, en la que se explique el desarrollo del sacramento, los distintos signos y símbolos, tal y como viene indicado en las orientaciones litúrgicas que el Directorio ofrece; así como que se les explique todo lo que atañe a la responsabilidad de la educación de la fe. Sería muy importante propagar en ellos el deseo de redescubrir de nuevo la vida de fe (kerygma). 

Igualmente, sería conveniente realizar un encuentro con los padres, padrinos y abuelos de todos los niños que se van a bautizar durante un periodo de tiempo determinado en la parroquia (dependiendo de la realidad de cada parroquia). En el cual se les haría reflexionar sobre la fe y su importancia para la vida. Se partiría de la experiencia y se les invitaría a redescubrir todo lo bueno que uno puede llegar a vivir iluminado por la luz de la fe y cómo desde ella podemos encontrar un verdadero sentido a la vida. Así pues se profundizaría en el significado y valor del Bautismo, es decir, en su teología. Se hablaría del papel que cada uno de los asistentes debe tener en la educación cristiana de los que se van a bautizar. Por último, se les ofrecería a todos la posibilidad de participar en unos encuentros de redescubrimiento de la fe que la parroquia debe tener estructurados, y que debería adaptar a las posibilidades de los asistentes. Esas reuniones son muy importante y se ha de hacer el esfuerzo de saber adaptarse a los destinatarios del mismo. Antes de terminar, todos serían invitados a participar en el encuentro de preparación de la ceremonia del Bautismo que se hará unos días antes de la realización del sacramento; lo que hemos denominado “charla prebautismal”.

Y después del Bautismo, ¿qué? Pues bien, en lo que se refiere al Despertar religioso animamos a que desde el Bautismo, incluso ya antes, si es posible, se pudiera tener relación estrecha con la familia, con el fin de “aprender a ser padres” antes de serlo. Una manera de continuar en contacto, podría ser por medio de encuentros puntuales que les propusiera la parroquia con el fin de ayudarles en la misión que asumen libremente del despertar en la fe a sus hijos. En ese contacto con la familia, desde los primeros pasos de la fe, se puede continuar con motivo de la celebración del sacramento del Bautismo, así como de la preparación de los padres y padrinos al mismo, en la fiesta de la Presentación del niño Jesús en el templo, en el aniversario del Bautismo, etc. para que la familia se vaya integrando en la comunidad y sintiéndose parte de ella. 

La familia cristiana está llamada a tomar parte viva y responsable en la misión de la Iglesia, de manera propia y original, en cuanto comunidad íntima de vida y de amor. La familia, al igual que la Iglesia, debe ser un espacio donde el Evangelio sea transmitido y desde donde este se irradie. Por este camino, también, se les puede invitar a participar en un itinerario de reencuentro con la fe que la parroquia ya puede tener estructurado para aquellos padres que deseen recorrer ese proceso.

Desde la Iglesia surge la llamada a revitalizar la fe en la familia que se acerca y bautiza a su hijo y ayudarles a que realicen el despertar religioso.

Invitar a un niño a descubrir a Dios es ayudarle a entrar en el camino de la fe que realizan los adultos que lo acompañan, especialmente los padres. A través de ellos, los hijos viven la primera experiencia de Dios. Al ser amados, descubren qué es el amor; al ser perdonados, el perdón; cuando ven compartir, ellos comparten; respetando su libertad les invitamos a vivir y a ser responsables; si oramos con ellos, les vamos descubriendo la presencia de Dios, etc. 

Para iniciar a los niños en la fe es, también, muy importante la aportación de los abuelos. Su sabiduría y sentido religioso son decisivos para beneficiar un clima verdaderamente cristiano. 

En el despertar a la fe de los niños, Los primeros pasos en la fe es un libro –publicado por la Conferencia Episcopal Española- que sirve de ayuda en esta etapa porque presenta una sencilla revelación de Dios, Padre bueno y providente, a quien dirigir el corazón; de su Hijo Jesús, Maestro y Salvador; y del Espíritu Santo, que habita en el interior de cada corazón. 

Guiados por este libro, los padres y los catequistas ayudarán a los más pequeños a descubrir la Vida nueva que la Iglesia sembró en su corazón el día que recibieron el Bautismo. De esta manera aprenderán, poco a poco, a amar a Dios y a los demás y a compartir con todos los cristianos la alegría de celebrar la presencia de Jesús, que siempre está entre nosotros. 

Al introducir a los niños en el camino cristiano les estamos ayudando a ser cada vez más libres para que, en el futuro, puedan responder por sí mismos a la llamada del Señor. 

Tanto en la familia, como en la parroquia o en la escuela –según las características y posibilidades propias de cada una de estas plataformas evangelizadoras– se les ayuda en el desarrollo pleno de su ser. El acompañamiento que realizan en este proceso padres y catequistas se convierte en un tiempo de gracia para ellos mismos en donde descubren o renuevan su propia experiencia de fe. No podemos olvidar que al transmitir la fe crecemos en ella.

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