lunes, 29 de diciembre de 2014

NAVIDAD JUBILOSA


           

En torno a este tiempo de Navidad existe una gran variedad de hábitos y leyendas, de acuerdo con zonas geográficas y países. Los grandes, y mucho más los pequeños, esperan ansiosamente esta época por los regalos, las fiestas, las comidas, la venida de Santa Claus, el nacimiento de Jesús, los ángeles y pastores, los Magos, el árbol de Navidad, etc. Esta época, que recuerda el nacimiento de Nuestro Salvador, está rodeada de figuras y acontecimientos un tanto mágico-prodigiosos. Todo un mundo maravilloso, lleno de películas fantasiosas, hechas más desde la ciencia ficción que desde la realidad, un mundo tan diverso del cotidiano, que cautiva a los niños. Tiene mucho de “Navidad Jubilosa”.

Lo que ocurrió hace más de 2.000 años en Belén es real y por ello es recordado por los cristianos mediante gestos cuyo significado se ha transmitido de una generación a otra por vía oral o escrita. El hecho fundamental que se recuerda y se celebra es el nacimiento de Jesús. La historia de los hombres tiene un antes y un después, a partir de entonces. En Navidad celebramos el día en que Dios se hizo hombre; el encuentro definitivo del Creador con sus creaturas; lo que conocemos como el misterio de la Encarnación: la realidad supera la ciencia ficción. Por ello, la Navidad debe transformarse en un tiempo de encuentros y reencuentros. Un tiempo de oración, de alegría y paz. La oración, el gesto, el canto religioso, la participación en la liturgia; todo debe crear un clima de preparación a la acogida del Salvador. 

Esta es la razón por la que debemos rescatar todos aquellos gestos y momentos de oración en familia, del encuentro frente al pesebre, de alegría familiar compartida. La mejor manera de preparar un lugar para Jesús en la Navidad es abriendo nuestro corazón a nuestros hermanos, especialmente a los más necesitados. 

Montar el belén con los chicos, tanto en casa, como en el colegio como en la parroquia, es una buena ocasión para realizar una catequesis sobre la Navidad. Privilegiemos el pesebre, esto es a Jesús, María y José, antes que a los regalos, las guirnaldas, el árbol de la navidad, las pasas y las peladillas, etc. El lugar central lo tiene que ocupar Jesús porque para eso es Navidad.

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