sábado, 18 de octubre de 2014

DÍA DIOCESANO DEL CATEQUISTA: "La dulce y confortadora alegría de evangelizar"

Que oración tan bonita, alegre, dulce y confortadora nos han preparado para comenzar esta jornada Toñi y Emiliano, catequistas de Medina del Campo. Así hemos ido entrando en este día del catequista, cargado de luz, calor, ilusión, alegría y el deseo de contagiar la fe con alegría.

Un recuerdo muy especial para todos los catequistas de nuestra diócesis. Recordamos hoy la beatificación de Pablo VI: “el papa de la alegría”. También la campaña del Domund, en la que todos los catequistas celebramos con especial dedicación y alegría, más este año que “Renace la alegría”. Con estas palabras presentaba Juan Carlos este día.
Como os decía en la carta que os dirigía para invitaros a este encuentro, esta frase que centra nuestro encuentro: “La dulce y confortadora alegría de evangelizar”, la encontramos en la exhortación del papa Francisco “La alegría del Evangelio”.
Todos recordamos algunas de esas expresiones memorables del papa en dicha exhortación precisamente para hablar de la alegría. El primer quehacer, inevitable e intransferible, es recuperar nosotros, como Iglesia, la alegría de sabernos amados por Cristo. “Por consiguiente, un evangelizador no debería tener permanentemente cara de funeral. Recobremos y acrecentemos el fervor, la dulce y reconfortante alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas” (EG 10). ¿No os recuerda a las palabras de Santa Teresa que se han escogido como lema para el plan pastoral diocesano de nuestra diócesis: “A tiempos recios, amigos fuertes de Dios”?
El Papa subraya: “La Iglesia, como madre siempre atenta, se empeña para que vivan una conversión que les devuelva la alegría de la fe y el deseo de comprometerse con el Evangelio” (EG 14).
Una Iglesia misionera vive y transmite la alegría del Evangelio, que no es otra cosa que el amor redentor y misericordioso de Dios en Jesucristo, muerto y resucitado. Un amor que redime, salva, santifica y se comunica a los creyentes por el don del Espíritu. Por eso, la alegría cristiana es alegría en el Espíritu y no puede quedar encerrada en el corazón de unos pocos. Esa alegría del discípulo misionero supone que la gente vea en nosotros, los cristianos, “no evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos” (EG 10), sino hombres y mujeres que han sido alcanzados por Cristo, verdadera causa de nuestra alegría.
Pero, ¿de qué alegría está hablando el papa Francisco? Es un fruto del Espíritu Santo, que brota del corazón de Cristo resucitado (cfr. 2). Aquí resuena la petición que San Ignacio de Loyola pone en sus Ejercicios Espirituales cuando, en lo que él llama la 4ª semana de Ejercicios nos invita a meditar sobre la Resurrección, quiere que se pida gracia “para me alegrar y gozar intensamente de tanta gloria y gozo de Cristo, nuestro Señor” [EE 221]. La alegría para Bergoglio es la “consolación espiritual” de la que habla San Ignacio, la “alegría interior que estimula y atrae hacia las realidades celestes y la salvación del alma, dándole tranquilidad y paz en su Creador y Señor” [EE 316). Es este “el estado habitual de quien recibe la manifestación de Jesucristo con disponibilidad y simplicidad de corazón”. El cristiano, por tanto, no puede tener “cara de funeral” (10). Está llamado a “vivir en un nivel superior” (ibíd..), porque participa de la vida divina.
Pues bien, solo el encuentro con el Señor puede dar esta alegría; no la da una decisión ética o la adhesión a una idea. El papa Francisco retoma lo que su predecesor había dicho en la encíclica Deus caritas est (n. 1): “No me cansaré de repetir aquellas palabras de Benedicto XVI que nos llevan al centro del Evangelio: ‘No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva’” (7).
Y la alegría es, por sí misma, amplia, difusiva, atrayente. El cristianismo no se propaga por proselitismo, sino por “atracción” (cfr. 14), escribe el papa Francisco, citando a Benedicto XVI. Crea un contexto en el cual se comparte una alegría que “señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable” (14), y el núcleo del Evangelio ofrece “sentido, hermosura y atractivo” (34). El papa Francisco, por lo demás, sabe por su experiencia espiritual personal que, como escribe San Ignacio de Loyola, el Señor llama para sí a los discípulos en un contexto “humilde, hermoso y agradable” [EE 144).
Y en medio de esto esto, María es presentada como la estrella de la nueva evangelización, verdadero don del Señor a su pueblo. Para el papa Francisco, María ha sido siempre la referencia para hablar de la alegría cristiana, porque ella, desorientada, desconcertada, sorprendida por el anuncio del ángel, “no se defendió de la sorpresa”. En ella, la sorpresa del Evangelio se une a la alegría (“yo desbordo de alegría”).
Y de aquí nace el deseo profundo de esta jornada diocesana, poder contagiarnos –desde el principio del curso- la alegría por evangelizar. Para ello hemos pedido a algunos catequistas que nos den testimonio alegre de su fe: un sacerdote, que os está hablando, un profesor de religión (Jesús), jóvenes (Noemí y Borja / Charo y Carlos), una madre (Mónica) y una religiosa (Hna Ángela). Todos ellos, como todos vosotros, tienen algo que contarnos, le escuchamos para llenarnos, revitalizarnos.

Fue muy bello poderles escuchar. Álvaro de la Riva nos cuenta algunas pinceladas de cada uno:

Noemi y Borja, nos comparten su experiencia como jóvenes catequistas y pareja comprometida con nuestra diócesis de Iglesia En Valladolid. La catequesis fue para ellos el modo de engancharse al Señor y cumplir con ello lo que el Señor quería para ellos. Comunión, confirmación, campamentos, encuentros de GenteC, grupos juveniles de la Diócesis..... Son algunos de los múltiples " palos" que han ido tocando a lo largo de su recorrido junto al Señor.

Monica Campos, madre de familia y una de las responsables del centro de orientación familiar de la diócesis de Valladolid, comparte la experiencia alegre y gozosa de sentirse parte de la iglesia. Señala como punto fundamental la experiencia de sentirse amado por Dios de forma personal y exclusiva, también la maduración en la fe que supone la certeza del plan bueno de Dios arraigado en la certeza de la resurrección.

Jesús, profesor de religión, nos comunica con alegría que es una gran suerte dedicarse a lo que uno más le gusta y que encima su trabajo coincida con su ser cristiano. Para él es toda una motivación poder trasmitir a Jesús en quién cree a sus alumnos, a los que anima a ir a catequesis, así como cuando da catequesis anima a que estos cursen la asignatura de religión

Charo y Carlos, con la alegría propia de ser catequistas nos han ido exponiendo las 8 reglas fundamentales para ser un buen catequista, para ello se han servido de la pedagogía del buen artista Fano. Han recorrido a través de distintos textos bíblicos lo básico del ser catequista: su fe, disponibilidad, su altruismo, su vida centrada en Jesús y la comunidad, su gran quehacer, etc.

La Hna Ángela, teresiana, nos ha presentado un testimonio muy alegre de su vocación desde que entró en la vida religiosa hace más de 50 años. A continuación nos presentó a través de dos anécdotas la alegría de Santa Teresa, con simpatía y alegría y frescura, podemos percibir en esta Santa, una mujer de la que tanto tenemos que aprender, por la actualidad de su mensaje.

Nuestro delegado de catequesis de Valladolid, nos ofrece un bello y confortador testimonio a corazón abierto, de corazón sacerdotal; de cómo la transmisión de la Fe es para el ocasión de dejar traslucir aquello que desde muy niño mas dentro llevaba. Con sus limitaciones y dones como el ha dicho no puede sino dar gracias a Dios por ser transmisor alegre de la única buena noticia que él ha sentido, ser llamado a anunciar la confortadora alegría del evangelio. 

 Pero el deseo de comunicar la fe con alegría se ha contagiado en otros que también, espontáneamente, se han acercado al micrófono y han compartido la alegría de su vocación como catequistas.

La mesa compartida, tan rica, tan colorida, tan sabrosa, tan generosa, expresión de lo que el catequista es y se da. 

Ya en este momento sentimos que algunos/as se tuvieran que marchar. Ojalá pudiéramos dar con el día más indicado para celebrar este día que es para el bien de todos. Cuánto sentimos que en los días en los que se celebran estas jornadas coincidan con otras actividades parroquiales de igual o similar magnitud. 

Tras la comida, tiempo para la diversión: "Pasapalabra", concurso de catequistas sobre el saber, que risas echamos, en el fondo somos como los niños.

Para terminar con la celebración de la Eucaristía en la que Luis Argüello agradeció nuestro quehacer en medio de la Iglesia, al tiempo que nos estimuló en la misión evangelizadora de la Iglesia a través del acto catequético.

Siempre acabamos contentos y cargados de ilusión para transmitir en nuestras comunidades la fe con alegría.

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