lunes, 14 de abril de 2014

SACRAMENTO DEL PERDÓN

Durante la Cuaresma y ya en los días previos al triduo santo, los cristianos tenemos la oportunidad de celebrar el Sacramento de la Reconciliación. Muchos niños de nuestras catequesis parroquiales lo celebran por vez primera en estos días.

El Señor, a través de la Cuaresma, especialmente en la escucha atenta a Su Palabra, desea pulir el tesoro que habita en nuestro interior y que muchas veces por tantas capas y capas, desconocemos o ignoramos. Somos como diamantes en bruto, oro en lingotes que a través del trabajo, del calor y el crisol pueden ser moldeados, afinados, mostrando la mejor cara de nosotros mismos, no la de la apariencia sino la de la transparencia. 

Algunas asperezas hay que rectificar, también impurezas; unas pertenecen al carácter, otras a la insolidaridad, también a la impaciencia, a lo que pudimos hacer y no hicimos, y a tantas palabras que no pudimos callar. Cómo no limar la falta de fe y de esperanza, también de caridad. Y, qué decir de la tibieza, la soberbia, la hipocresía o el pensar solo en el más acá. La pereza y las pocas ganas, el comportamiento a veces como si no existiera nadie más.

Aprovechemos algún tiempo para ponernos en la presencia de Dios, para dejarnos iluminar por Su Mirada, que es compasiva, misericordiosa y justa. Si nos miramos desde nosotros, nos quedaremos cortos o veremos de más. Si nos dejamos ver por la muchedumbre no veremos a Jesús como Zaqueo (cf. Lc 19, 3). Dejémonos ver por la mirada compasiva de Dios compasivo, misericordiosa de Dios misericordioso; mirada llena de ternura para con todos.

Aunque nos alejemos, Él siempre espera nuestro regreso. Volvamos a la casa del Padre: por estar con Él y también por la fiesta (cf. Lc 15, 11-32).

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